Los estudios de carácter científico-experimental que se realizan a los bienes culturales persiguen mejorar el análisis de los materiales que los componen y diagnosticar sus procesos de alteración o deterioro por la acción de diversos agentes. En paralelo al avance de la ciencia se han desarrollado nuevas técnicas y materiales al servicio de la conservación y la restauración del patrimonio con la finalidad no sólo de mejorar el análisis y caracterización de los materiales, sino también para valorar su empleo en su restauración o conservación, su manipulación o almacenamiento.
Por tanto, algunos de los objetivos de la investigación son:
Preservar el patrimonio gracias al mejor conocimiento de los agentes responsables del deterioro, tanto los tradicionales como factores nuevos como la contaminación, el cambio climático, la explotación turística de bienes culturales… y avanzar en el examen de métodos y tecnologías que minimicen la acción de estos agentes.
Asesorar en las tareas de conservación y restauración, así como establecer sistemas, protocolos de trabajo, pautas y criterios de intervención.
Divulgar esta actividad investigadora a través de publicaciones, participación en congresos, seminarios, coloquios y otras actividades similares que contribuyan a la formación de especialistas y al intercambio de conocimiento entre profesionales de otras instituciones a nivel nacional e internacional.
Los proyectos de investigación e innovación tecnológica que permiten el desarrollo de todos estos aspectos se promueven en colaboración con otras instituciones enmarcados en los programas, objetivos y criterios establecidos en el marco del Plan Nacional de Investigación en Conservación del Patrimonio, coordinado desde el Área de Investigación del Instituto. Desde este área también se coordinan los Planes Nacionales de Conservación Preventiva y el de Emergencias y Gestión de Riesgos.
El desarrollo de los diferentes proyectos se realiza a través de dos vías:
Todas estas tareas se desarrollan en el Área de Investigación gracias al empleo de técnicas analíticas y de estudio de una alta especificidad, lo que obliga a contar con profesionales de diferentes disciplinas científicas: ingeniería, física, química, biología y geología, además de técnicos de imagen, de laboratorio y perfiles más humanísticos como restauradores y conservadores. En la mayoría de ocasiones se acaba confluyendo en un trabajo interdisciplinar.